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  A veces nos preguntamos por qué la historia se lleva a los más jóvenes. Basta hacer un repaso de los acontecimientos más recientes de nuestro país para entender de qué hablamos. Ya en 1.976 la Dictadura Cívico Militar hizo desaparecer a más de 30000 personas, generalmente jóvenes, estudiantes, trabajadores. En 2.001 la brutal represión con la que acabó el gobierno de De La Rúa se cebó en los más jóvenes y en 2002 el asesinato de Kosteki y Santillán significó un antes y un después en la historia política contemporánea. En 2.007 el disparo asesino por la espalda al Maestro Carlos Fuentealba volvió a dejar en evidencia lo que significa un estado que no tiene respeto por la vida humana.

Durante los últimos tiempos podemos mencionar la muerte de Santiago Maldonado, de Rafael Nahuel en el sur argentino, así como el caso de la víctima asesinada también por la espalda por el policía Chocobar o el de Facundo Ferreira, el niño asesinado por la policía tucumana, y tantos otrxs que desconocemos. Todos ellxs victimas del Estado.

En la guerra de Malvinas murieron más de 600 jóvenes y a esto debemos sumarle los que se quitaron la vida después, por causas de este hecho bélico.

Pero como en toda guerra no hay vencedores, y no debemos conmemorarlas porque las guerras sólo traen atraso, odio y muerte.

Podemos agregar a este relato, que las más derrotadas fueron la verdad y la libertad de todo nuestro pueblo. Porque no fue verdad que la causa era nuestra soberanía, sino jugarse la perpetuidad en el poder de un grupo de verdaderos asesinos, sobre un pueblo engañado que además, no tuvo la libertad de elegir. Porque no caben dudas que lxs Argentinxs hubiéramos elegido la paz y la salida diplomática.

Sí reconocemos y valoramos a los excombatientes, a esos cientos de jóvenes caídos… a los miles de argentinos y argentinas que fueron participes forzados de este hecho.

Sobre el concepto de excombatientes nos detenemos: lo son, pero no caben dudas que de ex tienen casi nada, porque son verdaderos combatientes, valientes combatientes. Y tomamos el término valientes no porque no hayan tenido o tengan miedos, todxs lo tenemos, sino valientes porque este calificativo les cabe a aquellxs que avanzan más allá de los miedos.

Es importante hablar de un verdadero cambio social, cultural y político en el cual debemos ser todxs parte. Verdaderos protagonistas, conformando un colectivo que transforme la sociedad en más democrática, justa e inclusiva.

No caben dudas que el mejor homenaje es hacerlos participes de esta transformación. Es impensado sostener y reconstruirnos en un nuevo mundo posible sin erradicar cualquier tipo de violencia.

Muchos hablan y sostienen un discurso desde la paz, pero además a la palabra debemos acompañarla con hechos concretos, mostrando que desde el dialogo, la mediación, la participación, la convivencia, se construye más allá de las diferencias y que desde estos pilares podemos vencer cualquier conflicto.

 
 
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