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  Por Inés Tenewicki  
   
  Se lanza una reforma educativa que no se consensuó ni con docentes, ni con especialistas y menos todavía con los estudiantes. La venden como una gran novedad, aunque repiten artículos de leyes anteriores que el propio macrismo suscribió y que después dejó de lado. Detrás de todo, hay una desvalorización del rol docente, la incorporación compulsiva de los chicos al mercado de trabajo, todo justificado con la coartada de la modernización.  
   
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  En los documentos que circulan estos días sobre la “Secundaria del futuro”, reforma que comenzaría a aplicarse en 2018 en 20 escuelas secundarias de la CABA, sobrevuela ese idioma con que vistió Cambiemos a la educación, ese ropaje hilvanado de exaltación por lo “moderno”, espiritualidades de la felicidad individual y terminología gerencial. Muchos de los especialistas en educación saben que tal lenguaje no es inocente y explican cómo el proyecto educativo del gobierno viene mostrando los hilos en la Ciudad desde hace aproximadamente diez años.

Esta publicitada reforma, por otra parte, trajo aparejada la resistencia de los estudiantes  y la oposición de las organizaciones docentes y de la mayoría de los pedagogos. Se cuestiona,  por un lado,  la falta de seriedad del anuncio, la nula participación de quienes debieran llevarla adelante y , por otro,  ciertos núcleos básicos de la propuesta, el más resonado de los cuales es la incorporación de estudiantes de 5to año al mercado de trabajo, pero también la devaluación del rol docente y la posibilidad de flexibilizar su contratación. Además de privatizar ciertos “paquetes educativos” como el de la evaluación que van siendo paulatinamente tercerizados.

Para poner en contexto este intento y desmentir su aspiración fundacional, hay que recordar que desde 2002 en la CABA y desde 2006 en Nación, la secundaria pasó a ser obligatoria y eso dio lugar a un conjunto de medidas implementadas para que desde el Estado se garantizara el derecho a una educación de calidad para todos los jóvenes.  Y en 2006 se sancionó por casi total unanimidad la Ley de Educación Nacional, que establece gran cantidad de transformaciones en relación a la enseñanza media, con el consenso de todos los sectores.



Casi nadie pone en duda que la escuela secundaria debe seguir siendo repensada y reorganizada.  Pero si de veras se quiere algo más que un megaanuncio, debe tener otras características. “Este proyecto no se consultó con nadie –enumera Daniel Filmus, ex ministro de Educación- es necesario que los protagonistas hayan participado en el diseño para que cualquier reforma pueda entrar a las aulas”.

Y agrega que muchos de los cambios presentes en el documento ya estaban en marcha. “En la Ley de Educación Nacional (2006) ya está planteado un conjunto de reformas para la escuela media de todo el país, que están muy consensuadas y habría que continuar ese camino en lugar de anunciar las mismas cuestiones como si se plantearan por primera vez.  Por ejemplo está en la Ley que los docentes tienen que tener tiempo completo en cada escuela para ir terminando con el esquema del “profesor taxi”. También está la incorporación de la figura de los tutores y responsables de curso para apoyar los aprendizajes y articular las distintas asignaturas. Y todo esto viene de más lejos aún, del Proyecto XIII originado en 1972, que tendía a la concentración de horas cátedra para poder convertirlas en cargos. Esa es la línea que hay que seguir  y está en nuestra ley nacional con avanzados acuerdos del Consejo Federal para todas las provincias. Todo esto es un tema de ingeniería institucional, que veníamos haciendo en la Ciudad hasta que llegó el macrismo y lo abandonó”.

Chicos, a trabajar

Respecto del tema que está en el centro de la discusión, el de la incorporación de los estudiantes del último año al mercado de trabajo, tanto Filmus como la política, pedagoga y ex ministra de Educación de la provincia de Buenos Aires, Adriana Puiggros, explican que no sólo es reprobable sino que es imposible de aplicar. “La escuela tiene, entre otras funciones, que formar para el trabajo y no para el mercado de trabajo. Para esto tenés que definir para qué modelo de trabajo estás formando (¿Mc Donalds o trabajo calificado?). Lanzás 40000 chicos a trabajar a empresas, ¿están preparadas las empresas para enseñar a miles de chicos todos los años? Yo creo que se lanzó apresuradamente en una etapa electoral, y no están preparados, es una cuestión de marketing”, dice Filmus.

Puiggros no sólo coincide con Filmus en que es una propuesta inviable.  Piensa que es una agresión a los estudiantes y que es una medida peligrosa. “La reforma en la Ciudad es una provocación a los pibes. Creo que es posible que vayan a un enfrentamiento, que los hayan elegido como blanco. Es más fácil ir por los secundarios que por los universitarios. Hay que acompañar y cuidar a estos chicos porque pueden ir por ellos”.

En relación a la propuesta en sí, dice Puiggros: “Tomando la respuesta de la ministra Acuña cuando le preguntan quiénes van a ser los capacitadores ella contesta: la gente de las fábricas y de las instituciones. Pero yo creo que las empresas no van a tener interés en recibir y capacitar chicos, y las que lo hagan va a ser para tener mano de obra gratuita”. Y en cuanto a la figura de los tutores, sabemos que hay convenios con fundaciones para capacitar de manera rápida a personas que no deberán ser necesariamente docentes. Esas ONGs están patrocinadas por distintas empresas nacionales y extranjeras, a las que se le abrió la puerta de un negocio”.

Según Sandra Carli, doctora en Educación e investigadora independiente del Conicet, hay varios puntos problemáticos, pero le preocupa específicamente el énfasis puesto en el documento en la enseñanza “individualizada”. Y por otra parte la deliberada ausencia de especialista en el proceso de armado de esta propuesta.

“Si bien nadie puede rechazar el avance de la cultura digital en la escuela, en los aprendizajes virtuales y la experiencia juvenil en las redes, la insistencia en lo individual (“personalizado”) y en el equipamiento de aulas y en la “contratación” de tutores para cada joven, puede hacer sospechar por un lado un negocio tecnológico y por otro un desplazamiento de docentes a favor de otras contrataciones laborales precarias (tutores) sin formación pedagógica”, explica.  “La falta de consulta a especialistas (aclara que Acuña rechazó en un medio a “la intelectualidad pedagógica”) y la referencia a modelos ya implementados en otros países  da indicios de que se trata de un paquete armado que busca aplicarse sin el consenso necesario de otros actores, y que viene atado  a la evaluación internacional también sostenida por agencias externas al sistema educativo”.

Para Patricia Sadovsky, doctora en Didáctica de la Matemática, hay dos temas preocupantes. “Miramos con preocupación el modo ligero en que se enuncian las relaciones entre disciplinas, áreas de conocimiento e interdisciplina. Por otro lado el documento en circulación expone de manera peligrosa un “desdibujamiento del docente”  cuando dispone el fin de las clases magistrales expositivas y que sólo en el 30% de cada clase el docente introducirá los contenidos y en el 70% restante será de trabajo autónomo con el docente como facilitador: “Si se espera hacer trabajos con cierto rigor, los docentes deberán estar acompañando esos procesos de manera permanente contra-argumentando las propuestas de los alumnos, ofreciéndoles herramientas para fundamentar sus resultados, ejerciendo más que nunca su papel de mediación con la cultura. ¿Por qué entonces desdibujar el papel del docente que se reduciría a brindar sólo los conceptos “clave” para que los alumnos autorregulen su aprendizaje? ¿Tiene que ver con la relevancia de los estudios que se proclama fomentar? Promover la autonomía de los estudiantes está lejos de omitir el papel sustantivo del docente en una experiencia educativa potente; por el contrario, más que autonomía, provoca abandono. Hay ahí un punto muy peligroso”.

“La pretensión fundacional de la reforma, sumada a la ligereza con la que se tratan asuntos complejos que requieren un conocimiento didáctico-pedagógico aún no producido,  es una evidencia de que estamos  en presencia de un movimiento de efectos propagandísticos que atenta contra la legítima necesidad de reformular en serio una escuela en la que profesores y estudiantes se puedan encontrar y establecer lazos a partir de un trabajo serio, gratificante y potente alrededor del conocimiento”, concluye.

Antecedentes

Ya se ha dicho que  varios de los puntos anunciados  figuraban dentro del programa educativo de la Ley de Educación Nacional, con distintos niveles de avance según las jurisdicciones, en otros el antecedente inmediato que más suena es la reforma educativa del gobierno de Carlos Menem. Así lo desarrolla Puiggros: “En el gobierno de Menem ocurre algo muy particular: a través de un discurso supuestamente  peronista, hay un avance de la política internacional a la cabeza de la cual están los organismos vinculados con las Naciones Unidas (Banco Mundial, BID y Unesco). Los grandes bancos funcionan como padrinos y protectores de sistemas escolares a los que califican como de baja calidad para imponer reformas de las que están absolutamente convencidos.  Algo que viene acompañado de medidas  muy fuertes: arancelamiento en universidad como paso previo a extenderlo a secundaria. Escuelas charter. Y vouchers para la secundaria también.  Esto acompañado de la desarticulación y provincialización para disminuir la inversión educativa que la veían como un gasto.  Se enfrentaron a un límite que en gran medida  pusieron los docentes con la Marcha Blanca y la Carpa”.

Sin embargo, el gobierno de Mauricio Macri  responde a una etapa diferente del neoliberalismo, “más salvaje”. Y la reforma de Macri consiste, según Puiggros, “en abrir las puertas del libre mercado tal como exige la OCDE a sus miembros, lo que,  por supuesto,  incluye a  la educación. Ya no están los organismos internacionales y suscon grandes préstamos que aumentan nuestra deuda externa con la excusa de mejorar la educación pública como ocurría con Menem, sino que actúan directamente las corporaciones internacionales  en el campo de la educación pública a través de sus fundaciones, que ya se sacaron la máscara y aparecen directamente como financiadas por empresas.  No es que esto haya empezado a ocurrir el día que asumió Macri, era algo subterráneo que no lo veíamos y que se fue instalando y creciendo,  por ejemplo el banco Santander paga los sueldos de la UBA, eso estaba a la vista y nadie se daba cuenta, y la fundación Enseñar por Argentina y Cimientos están hace muchos años brindando servicios tercerizados en la Ciudad. En el momento en que asume Macri,  se lanzan al mercado de la educación. Descubrieron que la educación es un gran mercado, cuya reproducción es infinita y empezaron a avanzar después en los medios de regulación”.

Y resume: “Se utilizan  fundamentalmente dos instrumentos de regulación del mercado: uno es la evaluación (nos expropian a los pedagogos la evaluación y pasa a ser un instrumento del mercado por el que se paga) y por otro la flexibilización de los contratos con los  docentes. Para eso es muy importante limar la credibilidad de los docentes y lo que queda del “apóstol del saber”. Esto es posible en parte porque desde la dictadura hay un permanente movimiento de descalificación del docente y de la escuela pública”.

Principales puntos del anuncio del ministerio:

Reemplazo de las notas por un sistema de créditos

Agrupación de materias por áreas de contenido: Ciencias Sociales y Humanidades, Científico Tecnológica, Comunicación y Expresión y Orientaciones

Rol docente. Ya no habrá clases magistrales expositivas. En el 30% de cada clase, el docente introducirá los contenidos y en el 70% restante será de trabajo autónomo con el docente como facilitador.

En 5° año, el 50% del tiempo estará destinado a la “aplicación de los aprendizajes en empresas y organizaciones según talentos e intereses de cada alumno y 50% del tiempo escolar destinado al desarrollo de habilidades y proyectos relacionados al emprendedurismo”



* Nota publicada en Revista Socompa
 
 
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